ALARDE DE ARMAS (DETALLES Y ALOCUCIÓN)


Personajes:

Capitán a guerra: Ángel Luis De Miguel Barace (actual alcalde de Isaba)
Secretario: Kepa Vales
Sargento: Florencio Anaut
Alférez abanderado: Francisco Javier Egozcue
Soldados: Fidel Alcat, Juan Carlos Alcat, Oscar Alcat, Francisco De Miguel, José Andrés Tapia, Alejandro Sabuqui.
Baile de la bandera: Julio Beretens


Material necesario:

-          Mesa antigua
-          Silla antigua
-          Libro de anotaciones encuadernado con piel de vacuno
-          Pluma y tintero
-          Bandera de Isaba
-          Escopetas
-          Saquetes
-          Cartuchos de fogueo
-          Campanilla


Indumentaria:

Capitán a guerra: Traje normal de roncalés, y sobre él capa y valona. Vara de mando.
Secretario: Traje normal de roncalés, pero sin chaqueta.
Sargento: Traje normal de roncalés.
Alférez abanderado: Traje normal de roncalés.
Soldados: Traje normal de roncalés.


Ambientación:

La escena se desarrolla en la Plaza de la Villa. Junto a la salida hacia la iglesia irá colocada la mesa y la silla; en ella se sentará el secretario. Sobre la mesa irá el libro antiguo, una campanilla, un crucifijo de mesa, y una pluma (podría ser perfectamente una pluma de buitre o de milano) con su tintero.

Detrás del secretario, flanqueándolo, se pondrán, de pie, quienes hagan de alcalde (o capitán a guerra) y de sargento. A un lado, guardando una pequeña distancia, se colocará el alférez portando la bandera de la villa de Isaba. Delante de las arcadas de la Casa de la Villa se colocan varias parejas de roncaleses.

 

Presentación en euskera

Amaia Baglieto

A continuación vamos a poder ver cómo se hacía un alarde de armas; es esta una costumbre que se mantuvo en este valle hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Nos recuerda que el valle de Roncal tenía su propio ejército. Nuestra situación fronteriza así lo aconsejaba. Los hombres mayores de 16 años estaban obligados a tener sus armas, sus municiones y su ración de pólvora, siempre en buen estado, para poder ser usada en cualquier momento. Una o dos veces al año se les convocaba para revisar todo este material.


Presentación en castellano

Fernando Hualde

(Breve presentación, en los mismos términos que Amaia)


Escenografía:

Una vez hecha desde la megafonía la presentación del alarde de armas se espera a que haya el silencio suficiente como para que se oiga la campanilla. Todos están ya en sus sitios.
Comienza el acto con el toque de la campanilla por parte del secretario. Seguidamente lee él el siguiente texto

        Reunidos en esta villa de Isaba, y en su plaza concejil..., la campana tañida, la candela encendida, en la fecha de treinta y uno de julio del año 2010, festividad del soldado de Cristo, Iñigo de Loyola; y reunidos de la misma forma que durante siglos lo hicieron nuestros antepasados, que lo hacían dos veces al año, en las festividades de Santiago el Mayor y de nuestro patrón San Cipriano... queremos rememorar aquellos tiempos en los que nuestros vecinos, anteponiendo los intereses generales a los personales, acudían prestos con sus armas, sus municiones y su ración de pólvora... para socorrer a la villa y al Reino ante cualquier riesgo de agresión o invasión que pudiese mermar nuestras libertades y nuestros derechos.
        No nos acecha hoy la turba morisca, ni tampoco nos invade el francés incendiario, ni nos reclaman los Albret para defender la independencia de Navarra; pero hay otros enemigos que nos acechan. Nuestros pueblos tienden a quedarse vacíos; nuestra identidad y nuestra memoria se diluyen y se deforman; nuestra vieja lengua llega a necesitar que alguien nos recuerde que fue nuestra; y en el traje, en la bandera, y en el escudo, todavía hay quien no ve otra cosa que folklore.
Y de la misma forma que nuestros antepasados, durante generaciones y durante siglos, hicieron en esta misma plaza de la villa hasta bien entrado el siglo XIX; y vinieron haciéndolo desde tiempo inmemorial; hemos hecho acudir prestos a cuantos vecinos, varones, mayores de dieciséis años, estén capacitados a empuñar las armas para combatir, hoy con más motivo que nunca, en defensa solícita y urgente de esta tierra, invadida y violentada en este momento por la indiferencia identitaria.
        Recuerdo a todos los presentes que, por nuestra condición de valle fronterizo, hemos tenido siempre facultad y obligación de organizarnos militarmente para acudir en la defensa del valle, y del reino, siempre que fuere necesario; de allí nace nuestra obligación de estar militarmente preparados, y siempre con el material dispuesto para cuando su concurso fuera requerido. Y hoy es momento de ello.
        Así pues, convocados los varones de esta villa; obligados de acudir con su arma reglamentaria, su munición y su ración de pólvora para que sea revisada por la autoridad… yo, Kepa Vales, secretario infrascrito de este valle, en presencia de don Ángel Luis De Miguel, capitán a guerra, y de don Florencio Anaut, sargento, doy comienzo a esta lista de armas, llamando uno a uno a los varones presentes.

Seguidamente se va dando lectura a los nombres de los soldados presentes, citando nombre y dos apellidos. Estos estarán colocados junto a la malla metálica próxima a casa Francho, y con las escopetas descargadas (el cartucho de fogueo en el bolsillo).
En el momento en el que se dé lectura a un nombre, el interesado avanzará hasta la mesa por el lado izquierdo, portando su escopeta colgada del hombro, y con dos saquetes colgando de su cintura. Una vez colocado delante depositará el arma sobre la mesa, que será analizada por el capitán a guerra (sin entretenerse mucho); lo mismo sucederá con los dos saquetes (supuestamente uno con munición y otro con pólvora). Para dar el visto bueno proclamará en voz alta la expresión ¡en forma!, expresión esta que supuestamente el secretario anotará junto al nombre del soldado revisado.

Y así, uno a uno, irán pasando todos por la mesa, y conforme reciban el visto bueno se situarán junto a las arcadas del Ayuntamiento (allí es el momento de sacar el cartucho en el bolsillo y cargar la escopeta).
Al acabar la revisión el secretario proclamará:


         Revisadas las armas, comprobado el estado de las polvoreras, y asegurados que la munición está en buen estado..., proclamamos con el disparo de unas salvas nuestra actitud de plena disposición a defender la integridad del valle y la independencia del reino. Proclamamos con ellas nuestra identidad roncalesa de hombres y mujeres libres, nunca sujetos a señorío, fieles a nuestras ordenanzas, e hidalgos por derecho propio.
        ¡Procédase!.


Seguidamente el capitán a guerra, haciendo uso del uskara roncalés, grita:


            ¡Izabarrak!, ¡armas al hombro!...., ¡¡¡fuego!!!



Colocados en fila, o en doble fila, de espaldas a la Casa de la Villa, los soldados disparan hacia el cielo, con la escopeta inclinada (apuntando por encima del tejado de la casa de enfrente). Seguidamente se repetirá esa misma acción, haciéndose un total de dos salvas (esto solo en el caso de que haya cartuchos suficientes).
Una vez que han sonado los disparos, y los aplausos, el secretario finalizará el acto diciendo:


        Proclamada nuestra identidad en este día 31 de julio de 2010, enterrados nuestros miedos, listos nuestros hombres para alzar las armas frente al invasor, bravas siempre nuestras mujeres en todas las tareas..., alzamos hoy la bandera, como alzaremos de nuevo nuestra memoria y nuestra historia, para que ondee al viento proclamando, lo mismo hoy, que antaño, que nuestro pueblo y nuestro valle, fieles al reino que aquí nació, deben de seguir siendo respetados en sus derechos.
        Tal vez tengamos que admitir que se ha perdido nuestra lengua roncalesa, tal vez llegue el día en el que perdamos definitivamente nuestros trajes, o que nuestros fueros queden diluidos; tal vez las almadías dejen un día de bajar por el río, o la cañada quede desierta; pero es nuestro deseo, y el de nuestros antepasados, que la memoria no se pierda nunca, que las generaciones que nos sucedan nunca pierdan el orgullo de sus raíces y la referencia ejemplar de sus antepasados, que a nuestros muertos nunca les falte un responso, y que siempre, siempre, siempre, sigamos siendo una valle de hombres y mujeres libres.
        ¡Álcese la bandera!



A continuación, Julio Tapia avanza hacia el alférez abanderado y toma de sus manos la enseña de Isaba; con ella en la mano pide permiso a la autoridad para hacer el saludo de la bandera, para colocarse a continuación en el centro de la plaza. Comenzará la música, y el nuevo abanderado procederá a hacer el saludo-baile de la bandera con el que finalizará el acto.