PRESENTACIÓN
(El público estará en el exterior del templo
junto a la puerta principal, mirando hacia esta. El narrador se situará delante
de ella. El sacerdote, monaguillos, novios y padrinos, permanecerán ocultos en
el interior del templo)
(Interpretación con txistu de la pieza musical
Circé)
Narrador.- Egunon, buenos días. Sed
bienvenidos todos a este templo parroquial. La celebración del II Día de la Indumentaria Roncalesa
nos convoca hoy a asistir a un acto singular. Si el año pasado pudimos ver la
escenificación de lo que antaño pudo ser la llegada al pueblo de las
alpargateras tras un duro invierno de trabajo en las fábricas de Maule y de su
entorno, o si también vimos la recreación de lo que siglos atrás fueron los
alardes de armas, este año, hoy, y ahora, vamos a tener oportunidad de ver cómo
era una boda en nuestro pueblo a finales del siglo XIX.
El marco de esta celebración, esta iglesia de San Cipriano,
va a ser el mismo que conocieron aquí nuestros antepasados, el mismo en el que
ellos se prometieron amor y fidelidad a la vez que unían sus vidas bajo el
sacramento del matrimonio.
Vais a tener oportunidad de acercaros a la realidad de lo
que hace más de cien años era una boda. No vamos a escenificar la ceremonia
completa, sino algunas de sus partes, desde una manera pedagógica, explicando
el simbolismo de cada cosa.
Hemos procurado cuidar los detalles con la mayor fidelidad
posible, lo mismo en el ritual matrimonial, fiel al manual toledano vigente en
aquella época, como en las prendas de vestir, o en la misma ambientación. En
Isaba tenemos la suerte de que en 1898 un viajero, el vallisoletano Francisco
Fernández Villegas, dejó escrito en un libro su testimonio descriptivo de una
boda de la que circunstancialmente fue testigo en este mismo templo. A aquél
valioso testimonio hemos añadido una investigación seria y fiel que nos va a
permitir afinar en los pequeños detalles.
El objetivo de esta escenificación a la que vais a asistir
no es distraeros un rato con una representación teatral, sino mostrar,
interpretar y explicar una de las parcelas más desconocidas de nuestro
patrimonio espiritual y cultural, como lo es la celebración de una boda en el
siglo XIX.
Damos paso ahora a los novios, a los padrinos, y al
oficiante.
(Se abren las puertas de la iglesia. Repique de
campanas. Suena
el órgano.
Salida al exterior del sacristán –con la Cruz parroquial- de los padrinos con el
respectivo apadrinado, de los monaguillos – hisopo, arras, anillos, jubón y
herrada-, del sacerdote asistente –con el libro-, y del oficiante; en ese orden)
RITO
MATRIMONIAL
El primer detalle a observar es que los novios visten con el
atuendo tradicional del valle de Roncal, de riguroso color negro; así es como
vestían entonces para la ceremonia de la boda. A estos acompañan los padrinos,
ambos varones, a quienes acompañan sus esposas. Y en el centro el sacerdote
oficiante.
Las bodas tenían entonces dos partes perfectamente
diferenciadas. Primeramente se celebraba el ritual matrimonial; éste, a
diferencia de lo que todos hemos conocido, se hacía siempre en la puerta de la
iglesia, en el exterior, o más concretamente junto a la fachada. Las actas
matrimoniales de la época recogen el detalle de que las parejas contraían
matrimonio in facie ecclesiae, que
quiere decir precisamente eso: “en la cara de la iglesia, en la fachada”. Allí
es donde los novios tras el ritual de las arras y de los anillos van a ser
proclamados marido y mujer. Este ritual matrimonial quedaría invalidado si no
se completase posteriormente con la denominada Misa de Velación.
La razón de hacer la primera parte fuera de la iglesia y la
segunda parte dentro del templo tenía por objeto marcar la diferencia entre el
carácter “humano”, lo que se hacía fuera, y la impronta “espiritual” de lo que se hacía dentro. Y tanto era así,
que incluso eran consignados por los párrocos en libros aparte: “Libros de
casados”, para registrar a los primeros, y “Libro de Velados” para anotar a los
segundos.
Damos ahora paso a esta primera parte de la ceremonia: el
rito matrimonial.
Sacerdote.- In nomine Patris,
et Filii, et Spiritus Sancti. Amén.
Hermanos,
estamos hoy aquí reunidos para celebrar la unión en matrimonio de Iker y de
Ilaski. En esta puerta del templo de San Cipriano, igual que se ha hecho
siempre por parte de nuestros antepasados, vamos a proceder a esta unión
matrimonial.
(Mirando a los novios)
Yo os
requiero, y mando, que si os sentís tener algún impedimento, por donde este
matrimonio no pueda, ni deba ser contraído, ni ser firme y legítimo; conviene a
saber si hay entre vosotros impedimento de consanguinidad, o afinidad, o
espiritual parentesco, o de pública honestidad; si esta ligado alguno de
vosotros con voto de castidad, o religión, o con desposorios, o matrimonio con
otra persona.
(Mirando a los padrinos)
Finalmente
si hay entre vosotros algún otro impedimento, os ruego claramente lo
manifestéis.
(Mirando al público)
Lo mismo
mando a los que están presentes. Segunda y tercera vez requiero, que si sabéis
algún impedimento, lo manifestéis libremente.
(Unos segundos de silencio)
Siendo
así que nadie ha expuesto oposición alguna para esta unión, son ahora los
contrayentes quienes deben de dar su consentimiento per verba de presenti para que la Santa Iglesia proceda a la
misma.
(Dirigiéndose a la novia)
Señora
Ilaski, ¿queréis al Señor Iker. por vuestro legítimo esposo y marido, por
palabras de presente, como lo manda la
Santa , Católica y Apostólica Iglesia Romana?
Novia.- Sí, quiero.
¿Os
otorgáis por su esposa y mujer?
Novia.- Sí, otorgo.
¿Recibísle
por vuestro esposo y marido?
Novia.- Sí, recibo.
(Dirigiéndose al novio)
Señor
Iker, ¿queréis a la señora Ilaski por vuestra legítima esposa y mujer por
palabras de presente, como lo manda la
Santa , Católica y Apostólica Iglesia Romana?
Novio.- Si, quiero.
¿Os
otorgáis por su esposo y marido?
Novio.- Sí, otorgo.
¿Recibísla
por vuestra esposa y mujer?
Novio.- Sí, recibo.
Y yo, de
parte de Dios todo poderoso, y de los bienaventurados apóstoles San Pedro y San
Pablo, de la Santa Madre
Iglesia, os desposo, y este sacramento entre vosotros confirmo, en el nombre
del Padre (-¡-), y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
(El sacerdote los asperja con agua bendita)
(Interpretación con txistu de la pieza musical
Mendiko soinua)
Siglos atrás existía la costumbre por parte del novio de
entregar oro y plata a la novia. El oro representaba al cuerpo, y la plata a
los bienes materiales.
Se dice que esto puede ser una reminiscencia de aquella
antiquísima costumbre en la que el novio pagaba una suma de dinero para que le
fuera transferido el derecho de custodiar a la novia. Esta forma de “comprar” a
la novia era conocida como un matrimonio per
solidum et denarium. El solidus era una moneda de oro, y el denario era una
moneda de plata. Cuando estas monedas desaparecieron fueron sustituidas por su
equivalente monetario, es decir, trece monedas de plata, conocidas como las arras.
Benedic (-¡-) Domine has arrhas, quas hodie tradit famulus
tuus hic in manum ancillae tuae: quemadmodum benedixisti Abraham cum Sara,
Isaac cum Rebecca (…) et Dominum nostrum Jesum Christum timeant, et adorent
ipsum, qui trinum possidet Numen, cujus regnum et imperium, sine fine permanet,
in saecula saeculorum. Amen.
Los anillos que
hoy conocemos como un símbolo de fidelidad, en el antiguo ritual romano eran
ese elemento que se aportaba como prenda que garantizaba a futuro el
cumplimiento del contrato matrimonial. Observemos que era el sacerdote el
encargado de ponerle el anillo al novio, y de darle posteriormente el otro
anillo para que sea el novio quien se lo coloque a la novia. Se colocan los
anillos en el cuarto dedo de la mano derecha.
Benedic
(-!-)
Domine hos annulos, quos in tuo nomine benedicimus; ut qui eos portaverint, in
tua voluntate permaneant, et in amore tuo vivant, senescant, et multiplicentur
in longitudine dierum. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
(Con el hisopo el sacerdote echa agua sobre las
arras y los anillos, a la vez que se dice:)
Benedictio Dei Patris omnipotentis (-!-), et Filii, et
Spiritus Sancti descendat, et máneat super hos anulos et has arrhas. Amen.
(Toma el sacerdote un anillo de la bandeja, con
los tres primeros dedos, y lo bendice)
Benedic, Domine, hunc anulum, ut ejus figura
pudicítiam custódiat.
(Y se lo pone al novio en el cuarto dedo de la
mano derecha)
In
nómine Patris (-¡-), et Filii, et Spiritus Sancti. Amen
(Ahora toma el sacerdote el otro anillo, y lo
bendice igual que el anterior, diciendo:)
Benedic, Domine, hunc anulum, ut ejus figura
pudicítiam custódiat.
(Se lo entrega al novio, y este se dirige a la
novia en los siguientes términos:)
Novio.- Esposa, este anillo te doy en señal de
matrimonio
Nere emazte, eraztun hau ematen dizut ezteiaren
seinale.
Novia.- Yo lo recibo
Nik
hartzen dut.
In
nómine Patris (-¡-), et Filii, et Spiritus Sancti. Amen.
(El sacerdote toma las arras de la bandeja, se
las pasa al novio, y éste se las entrega a la novia, diciendo:)
Novio.- Yo, Iker, te tomo a ti, Ilaski, por esposa;
te doy este oro y esta plata, te adoro con todo mi cuerpo, y te hago dueña de
todos mis bienes.
Nik, Iker, hartzen zaitut zu, Ilaski, neura
emaztetzat; urre eta zilar hau ematen dizut, nere gorputz osaos adoratzen
zaitut eta nere ondasun guztien jabe egiten zaitut.
(La novia coloca de nuevo las arras en la
bandeja)
Finalizado el ritual de las arras y de los anillos son ahora
los novios quienes se dan la mano,
cubiertas estas por un paño blanco impuesto por el sacerdote. Era esta la forma
de prometerse fidelidad para siempre.
(Ella coloca la mano derecha en el aire, y él
pone la suya, también derecha, sobre la de ella. Seguidamente el sacerdote
coloca un paño blanco sobre ambas manos durante unos segundos)
Seguidamente, él, le hace entrega a ella de un jubón roncalés, prenda reservada
exclusivamente a las mujeres casadas, reconociéndole así como esposa.
(Un monaguillo le pasa el jubón al novio)
Novio.- Ilaski, toma esta prenda, el jubón roncalés;
a través de ella te reconozco desde ahora como mi esposa.
(El monaguillo le recoge la prenda de manos de
ella)
Y ella, le corresponde a él con la entrega de una herrada, expresándole de esta manera
que a partir de ese momento el agua que traiga de la fuente va a ser para su
nuevo hogar.
(Un monaguillo le pasa la herrada a la novia)
Novia.- Iker, te hago depositario de esta herrada.
Con esta entrega te transmito que desde ahora tu casa, nuestra casa, nuestro
hogar, será el destinatario del agua que recoja cada día en la fuente.
(El monaguillo le recoge la herrada)
Seguidamente, poniendo fin a este ritual, el sacerdote
proclama la unión en matrimonio de ambos contrayentes, recordándoles que esta
unión no tiene validez hasta que no reciban la bendición nupcial en la Misa de Velación.
Oficiante.- Ego
conjungo vos in matrimonium in nomine Patris (-¡-) et Filii et Spiritus Sancti. Amén. Que quiere decir: Yo os uno en matrimonio, en el nombre
del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amen.
Es mi
deber advertir que esta unión matrimonial está exenta de valor alguno hasta no
recibir la bendición nupcial en la
Misa de Velación. Hasta ese momento la Santa Iglesia os recuerda que
los contrayentes no deben morar en la misma casa antes de recibir la bendición
del sacerdote y de la iglesia.
Seguidamente pasamos todos al interior de la iglesia para
esperar allí la entrada de los novios, padrinos, oficiante y ministros de la Iglesia , y asistir
seguidamente a una versión muy resumida de lo que era antaño la Misa de Velación. Se ruega
dejar los primeros bancos para aquellas personas que van ataviadas con la
indumentaria tradicional del valle. Nos colocaremos, igual que aquí se hacía
entonces, los hombres en el lado derecho, y las mujeres en el lado izquierdo.
(Interpretación con txistu de la pieza Marcha ceremonial mientras el público
asistente entra al templo)
MISA DE
VELACIÓN
(Música de entrada interpretada por el órgano, con la que hacen su
entrada al templo… el sacristán con la
Cruz parroquial, los monaguillos, el sacerdote, que lleva de
las manos a los novios, y los padrinos. Antes de entrar, la novia coloca sobre
su cabeza la mantilla que hasta entonces ha llevado sobre su antebrazo
izquierdo.)
(Durante la locución que seguidamente va a hacer
el narrador el sacerdote oficiante entra a la sacristía y sustituye la capa
pluvial por la estola, manípulo y casulla. Mantiene el alba, que desde la cintura
hasta los pies está hecha a base de puntilla.)
Hoy recreamos esta ceremonia con fines pedagógicos y
culturales, por ello, aunque hemos cuidado muchos detalles, nos hemos permitido
también algunas licencias.
Pensad, por ejemplo, que esta ceremonia acostumbraba a
hacerse sobre las seis o las siete de la mañana. Pensad también las fórmulas
del ritual eran todas en latín, mientras que para el resto de la ceremonia se
usaba la lengua vernácula, que en este caso era el vascuence roncalés, con
importante presencia a finales del XIX de la lengua española. Pensad también
que en la iglesia no había bancos, sino reclinatorios personales, y que todo el
suelo estaba repleto de sepulturas. Y, por último, pensad también que no había
más luz que la de las velas.
Esta Misa de Velación no siempre podía hacerse. Estaba
prohibida desde el primer Domingo de Adviento hasta el día de Navidad
inclusive, y desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Pascua incluido,
exceptuando los domingos y fiestas de precepto. Por ello, era frecuente hacer
el rito matrimonial en una fecha y la
Misa de Velación en otra, no pudiendo pasar entre una y otra
fecha más de seis meses, bajo riesgo de excomunión si así sucediese.
La acción de poner el velo es un rito que se hacía entre el
rezo del Padrenuestro y la bendición nupcial.
Así pues, seguidamente, vamos a cantar el Padrenuestro, y
para ello vamos a utilizar el uskara roncalés, que durante siglos fue nuestra
única lengua vernácula, y que entre estas mismas paredes tantas y tantas veces
nuestros antepasados lo rezaron en esta misma lengua.
(Canto del Padre Nuestro con acompañamiento
musical del órgano)
AITAGORIA
Gore Aita zéuruetan
zaudena,
santifíkratuk izan
deila zore ízena;
xin deila goregana
zore reinoa;
egin deila zore
borontatia,
nola zeuruan kala
lúrrean;
emon dakiguzú egun
gore éguneko ogia,
eta parka dazkiguzú
gore zorrak,
kala guk parkatan
baidazkaguéi Gori zor daikugueinér;
eta ez gitzazula eitz
tentazionean erortra,
baia libra gítzazu
gátxetik. Amen.
Este va a ser el momento en el que los novios se arrodillan
delante del altar para recibir, por parte del sacerdote la imposición del velo,
también llamado yugo, símbolo de unión.
El velo, siendo fieles al rito mozárabe, era siempre de
color blanco con una franja roja, colores estos que simbolizaban al hombre y a
la mujer. Debía de cubrir la cabeza de ella y el hombro de él.
(Mientras suena el órgano, el sacerdote procede a retirar con
cuidado la mantilla a la novia –que se la entrega al padrino- y procede a
colocar el velo)
Mientras ellos están con el velo, en ocasiones de especial
solemnidad, el sacerdote daba la paz a los esposos; para ello hacía uso del
portapaz. Lo va a hacer ahora, utilizando en esta ocasión el portapaz con el
que antaño, en este mismo templo, tantas y tantas personas de nuestro pueblo
recibieron la paz.
(Toma el sacerdote el portapaz con la mano
derecha, y un paño con la izquierda, y lo da a besar al novio)
Pax tecum
(Tras limpiarlo con el paño, hace lo mismo con la
novia)
Pax tecum
(Canto de la pieza musical Gurekin egon, acompañada al órgano)
Gurekin egon, gurekin
Jauna,
oraino dugun hitz
egin,
heldu da gaua Ilin
iluna,
gurekin Egon, gurekin.
El velo permanecerá sobre su cabeza y hombro,
respectivamente, hasta la finalización de la bendición nupcial, que es la que
vamos a escuchar seguidamente. Esta bendición, y esta es una de las
aportaciones de esta ceremonia, se va a hacer en lengua española y en vascuence
alto-navarro, dando así a conocer un texto inédito en esta última lengua, ya
extinguida, que ha sido descubierto ahora gracias a la labor de documentación
realizada en la preparación de esta ceremonia.
(El texto en vascuence es leído por el sacerdote
asistente)
Lan ontara conciencia garbiequi, ta ongui
prestatua elduderenei diote Jaungaicoac elcarren artean baquean vicitzeco, vici
modu ontan izan oi deren neque, trabaju, ta naigabeac ariñ eremateco, ta beren
gain arcen duten obliguecioari cobru emateco, behar duten gracia, nedicioa, ta
socorru gucia.
Era ontan portacen bazarate bada, orai arcera
zoazten estadoan, Jaungaicoac arinduco du zuen uztarria, lagunduco dicie
beharducien gucien, ta emanen dicie bere bedicio sandua, ta vicitza onen
ondorean berriz seculaco descansua, ta gloria.
(Seguidamente es el sacerdote oficiante quien
prosigue con la lectura de la bendición nupcial)
Mirad,
Hermanos, que celebráis el Sacramento del Matrimonio, que es para la
conservación del género humano necesario, y a todos, si no tienen algún
impedimento les es concedido.
(…)
Porque lo primero este Sacramento se instituyó, para tener sucesión, y que
procuréis dejar herederos, no tanto de vuestros bienes, cuanto de vuestra fe,
religión y virtud, y para que os ayudéis el uno al otro a llevar las
incomodidades de la vida, y flaqueza de la vejez.
Vos,
varón, compadeceos de vuestra mujer, como de vaso más flaco; compañera os
damos, y no sierva. Os ocupareis en ejercicios honestos, para asentar vuestra
casa y familia, y así para conservar vuestro patrimonio, como para huir de la ociosidad,
que es la fuente y raíz de todos los males.
Vos,
Esposa, habéis de estar sujeta a vuestro marido en todo; despreciareis el
demasiado y superfluo ornato del cuerpo, en comparación de la hermosura de la
virtud. Con gran diligencia habéis de guardar la hacienda. No saldréis de casa,
si la necesidad no os llevare a esto, sin la licencia de vuestro marido. Sed
como vergel cerrado, fuente sellada por la virtud de la castidad.
Sed
vosotros santos, y toda vuestra casa, pues es Santo nuestro Dios y Señor, el
cual os acreciente con gran sucesión, y después del curso de esta vida, os dé
la eterna felicidad, Él, que con el Padre, y con el Espíritu Santo vive y reina
en los siglos de los siglos. Amen.
In
nomine Patris (-!-), et Filiis, et Spiritus Sancti. Amén.
(Interpretación con txistu de la pieza musical
Agur nere ama)
(El sacerdote procede a retirar el velo a los
nuevos esposos, para seguidamente volver a colocar la mantilla sobre la cabeza
de la novia)
Ya que
habéis recibido las bendiciones, según la costumbre de la Iglesia , lo que os
amonesto es que os guardéis lealtad el uno al otro, y en tiempo de oración, y
mayormente de ayunos y festividades, tengáis castidad. El marido ame a la
mujer, y la mujer al marido, y que permanezcáis en el temor de Dios.
Antes de pasar a la sacristía los testigos a testificar con
su firma, el sacerdote procede a hacer la bendición de esta torta de pan,
símbolo de la fecundidad.
(El monaguillo coloca el pan delante del
sacerdote; el rosco debe de estar sobre una bandeja grande. Entre el rosco y la
bandeja se colocará el mismo paño que en las últimas décadas se ha empleado en
Isaba para este rito)
Adjutorium nostrum in nomine Domini – Qui fecit
caelum et terram – Dominus vobiscum – Et cum spiritu tuo.
Oremus. Domine Jesu-Christe, panis Angelorum,
panis vivus, et eternae vitae, benediciere (-¡-) dignare panem istum, ficut benedixisti quinque
panes in deserto, ut omnes ex eo dignè gustantes, inde corporis et animae
desiderabilem percipiant sanitatem. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
(El sacerdote hace entrega del rosco al padrino
de la novia, para que sea él quien lo entre a la sacristía)
(Canto de la Salve en latín, Salve Regina, con acompañamiento del órgano)
Salve, Regina, Mater
misericordiae;
vita, dulcedo et spes
nostra, salve,
Ad te clamamos,
éxules, filii Evae.
Ad te suspiramos, gementes
et flenctes
in hac lacrimarun
valle.
Eia ergo, Advocata
Nostra,
illos tuos
misericordes óculos ad nos converte.
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exilium ostende.
O Clemens. O pia. O
dulces Virgo María.
(El sacerdote, dirigiéndose a los esposos les
dice:)
Hermanos.
En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, id en paz, y que el Señor sea siempre
con vosotros.
It in pace. Podéis ir
en paz.
Los nuevos esposos, los padrinos y los testigos, pasan a la
sacristía a firmar en el libro.
Finaliza así esta boda, réplica de las que se vivieron en
esta misma iglesia en el siglo XIX. Muchas gracias a todos.
(Música del órgano)